Así se prepara la tabla de quesos perfecta
Una tabla de quesos puede convertirse en la mejor muestra de lo que un territorio encierra en materia quesera, pero también en un ejemplo de los diferentes tipos de leches o de las diferentes maduraciones de este alimento. Solo hay que elegir un criterio y seguir unos pocos consejos para que esa tabla de quesos sea todo un viaje sensorial.
Pocos manjares más apetecibles y más sencillos de preparar en casa que una tabla de quesos. Aunque lo más importante serán siempre los gustos de cada uno, a la hora de montar nuestra tabla de quesos debemos recordar algunos puntos para conseguir el mejor resultado. Lo ideal es que la tabla de quesos sea variada y que incluya diversos sabores, colores, texturas y tipos de queso.
¿Cuántos quesos?
Aunque no existe un número de quesos idóneo para preparar una tabla, los expertos recomiendan un mínimo de cinco. Entre seis y ocho quesos sería una cantidad adecuada para que haya variedad y el comensal pueda elegir según sus propios gustos. Esto también dependerá del momento de la comida en que vayan a servirse. No es lo mismo si los quesos van a tomarse como plato principal que como postre.
El criterio
Será más sencillo elegir los quesos si seleccionamos un criterio concreto que vaya a guiar toda la tabla. Este puede ser geográfico (quesos del país Vasco, de Asturias, de las Islas Canarias…); el tipo de leche empleado (vaca, cabra u oveja); el tiempo de maduración (semicurados, curados y añejos) o la textura de los mismos (untables, blandos, semiduros, duros…). Siempre teniendo en cuenta las preferencias de las personas que se reunirán en la mesa.
El orden
Los quesos siempre deben empezar a degustarse desde el más suave al más intenso y de blandos a duros. Si elegimos una tabla redonda, el orden será el de las agujas del reloj. Si es rectangular, habrá que distribuirlos siempre de izquierda a derecha
Acompañamiento
Podemos acompañar los quesos con diferentes tipos de panes (blanco, de cereales o tostado); con ciertas frutas frescas, sobre todo, manzana, pera o uvas o con frutos secos, ya que estos potencian los matices de algunos quesos. Algunas confituras como el membrillo o ciertas mermeladas también son un excelente acompañante de los quesos más fuertes.
Maridaje
Se recomienda un vino blanco que no enmascare los sabores para los quesos más suaves y ácidos. Los quesos más maduros se complementan a la perfección con vinos tintos que tengan algo de barrica mientras que las variedades enmohecidas maridan bien con el cava o el champán. Para realzar los sabores de ambos, podemos servir las tortas con un oloroso y los quesos azules con vino dulce. Aunque esté menos extendido, la cerveza también puede ser un buen compañero de un queso. Las cervezas tostadas, con algo de cuerpo, son las más indicadas.
¿Tabla o plato?
Dependiendo del número de comensales, elegiremos una u otra opción. Una tabla puede ser suficiente para cuatro o cinco personas, pero si la mesa es más grande, es preferible preparar un plato para cada uno con los diferentes tipos de queso. Unos 20 gramos por cabeza si servimos seis quesos es una cantidad adecuada.
¿Antes o después de comer?
Es una de las grandes preguntas que suelen generan dudas. ¿Sacamos la tabla como aperitivo? ¿Para acompañar a los platos principales o como postre? Para decidirlo, deberemos tener en cuenta el menú al que acompañará. La cantidad de comida y la contundencia de la misma hará que nos inclinemos por sacar los quesos al principio, durante la comida o al final.
La temperatura
Para poder disfrutar de todas las propiedades organolépticas de los quesos, estos deberán estar a temperatura ambiente, por lo que se recomienda sacarlos de la nevera de media hora a una hora antes de servirlos.