¿Se puede congelar el queso?
Prolongar la vida de un alimento a través de la congelación es algo frecuente. En el caso de los quesos no es tan habitual, y aunque no es lo más recomendable, ya que pierde parte de sus características, existen ciertos quesos que sí pueden congelarse.
La mayoría de los alimentos frescos o crudos se pueden congelar, aunque el modo de hacerlo varía en función de sus características y propiedades. Sobre todo carnes y pescado aguantan bien la bajada de temperatura debido a que en su estructura existe un equilibro entre las fibras de músculo, el agua y las grasas. Si hablamos de quesos, hay que tener en cuenta distintas consideraciones ya que la congelación de este alimento depende de su textura y de la cantidad de agua que contenga. A mayor cantidad de agua, peor quedará al ser congelado. Es decir, cuanto más fresco sea el queso, menos se aconseja mantenerlo en el congelador ya que al descongelarse se romperá su estructura y perderá el suero y con él su consistencia.
Existe mucho debate en torno a este asunto y algunos expertos opinan que congelar el queso es una barbaridad. Lo que sí que hay que tener claro es que si sometemos a un queso a este proceso, este perderá su aroma y parte de su sabor tras la congelación. Los quesos que más acusan esta merma son los curados y semicurados, que, por otra parte, son los que mejor resisten la congelación y el posterior descongelado en cuanto a su textura.
Por su parte, los quesos frescos como el queso de Burgos o el queso Mató no deben congelarse porque al descongelarse se echarán a perder. Los quesos azules tipo Cabrales pueden congelarse y conservarán más o menos su estructura, aunque una vez descongelados, se desmigajarán fácilmente y ya no tendrán esa consistencia cremosa que los caracteriza. Como ya hemos apuntado, los quesos semicurados, con una proporción de grasa de un 40%, aguantan mejor la congelación y el producto se altera menos. Son los que mejor soportan las temperaturas bajo cero. El manchego semicurado entra en esta categoría, pero siempre, cuanto más tierno, mejor. Los quesos curados como el de Mahón o el Majorero pueden congelarse pero hay riesgo de que al descongelarse se despedacen al cortarlos. Los quesos curados y semicurados pueden aguantar hasta seis meses en el frigorífico.
A la hora de congelar el queso, la mejor forma de hacerlo es partirlo en porciones pequeñas para evitar que se rompa su estructura al cortarlos una vez descongelados y para facilitar que se consuma al momento. Deberemos envolverlo en papel de aluminio o en film e introducirlo en una bolsa de congelar intentado eliminar el aire todo lo posible para protegerlo de la oxidación del congelador. A la hora de descongelarlo, lo ideal es pasarlo a la nevera para que el proceso sea lento. A pesar de estos consejos, la mejor forma de consumir el queso es, sin ninguna duda, en su estado natural.